Sin embargo, en ambientes caseros, las cosas cambian, ya que normalmente puedes darle un poco más de atención a tus plantas. En el caso de un sistema de riego hidropónico que utilice vasitos (como este), es bueno tener un iniciador para evitar que las plantas pierdan tiempo recuperándose de trasplantes.
Este lo hice con un bote que compre por 1 dólar, una placa de unicel y vasito de los de gelatina para fiestas. Aunque depende mucho de lo que consigas, hacer un iniciador de estos es muy barato. Solo hay que agujerar los vasitos, poner una esponja para que haga de “fondo permeable” y sembrar tus semillas. En cuanto germinen, empezarán a crecer y a formar raíces que se integrarán con la esponja. Cabe mencionar que es mejor tener un contenedor cuadrado para aprovechar el espacio, pero que quieres, no tenía otra cosa a la mano...
En poco tiempo, vas a tener las plantas con su sistema radicular (raíces) bien hecho y que han crecido en un ambiente hidropónico desde el principio. De aquí, en cuanto tengan el tamaño adecuado, solo es cuestión de pasarlos al sistema en donde terminarán de crecer.
Esto aligera mucho el trabajo, ya que el ambiente de raíz flotante en el que se empiezan a desarrollar le tiene suficiente humedad a las plantas, por lo que se te puede olvidar el asunto de regar. Solo es cuestión de oxigenar de vez en cuando el líquido para que no se te ponga feo, pero como es bastante (aproximadamente 20 litros) y las plantas son pequeñas, con una vez al día que le des una sacudida tendrás todo bien. Yo le pongo una bomba de pecera para evitarme la fatiga.
En fin, la hidroponía es cuestión de imaginación. Apréndete las reglas básicas y con eso puedes inventar lo que quieras.
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